La forma en que llega, te atrapa y no te suelta hasta que la oscuridad se va. Me desespera, no respondo de mí. Las cosas más ilógicas, lo que decías no hacer... Todo se va en ese momento. Dispones únicamente del sentido común, que lentamente, poco a poco, te abandona.
La forma en que te invita, obligándote, a estar con ella. Te abraza por la espalda, voltea tu rostro y besa tu frente. Tan lenta, tan fría. Esos crueles instantes te atormentan día tras día. Sólo suplicas para que el momento en que todo desaparezca llegue prontamente.
Para librarte de esas cadenas que sujetan tu alma, que sujetan tu espíritu, tus ganas, tus motivos. Que te sujetan completamente. Que se rompan, eso buscas, eso quieres. Que esos finos dedos que te recorren de forma completa se alejen de ti. Porque te seducen con el miedo, la soledad, la tristeza. ¿Quién jamás sintió una pequeña atracción hacia lo oscuro?
¿No quieres dejarlo? Tampoco podrías hacerlo. Pero suena una melodía, despertándote de otra noche. Sonríes al liberarte, aunque sólo temporalmente, de aquel sufrimiento...