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sábado, 19 de septiembre de 2009


Un leve descuido puede retroceder el tiempo.


Quizá a
nadie le importe, quizá nadie lo note.

Puede que
en mí provoque algunos cambios.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Tiempo de cambios

OK, edité todo el blog. ¿Por qué? Porque ya no va a ser lo que era antes.

Es curioso que la pareja camine ladeando el mar, se están alejando. Si caminan mucho pueden llegar a perderse. O pueden perderse sus hijos. Ellos siguen felices y distraídos. ¿Recordarán el camino de vuelta?
El niño juega con su perro. Lanza una bola y el animal la recoge. Pero hace calor y no tienen bebidas. ¿Cuánta energía les quedará?
Una joven yace dormida, sueña. Recostada en la arena, ella suspira pausadamente. No busca tomar color ni lastimar su piel, solo se acostó. ¿Qué soñará?
Abre sus ojos, sorprendida. El cuerpo le pesa pero con esfuerzo logra levantarse. Echa un vistazo al lugar donde se encuentra. Lo reconoce y se alivia. Mirando al cielo logra notar el calor al que está expuesta y su garganta comienza a raspar.
Poco a poco, el sol comienza a ocultarse. Ella no quiere eso, no le gusta la noche. Decide caminar hasta la orilla del mar, visitar nuevamente ese lugar.
Lentamente, comienza a sentir como el agua moja sus piernas. Su cuerpo se estremece por el cambio de temperatura, pero ella quiere nadar. Continúa.
Llegando a su cintura, el agua hace presión. Entiende que es momento de hacer un esfuerzo por seguir y se impulsa. Salta dentro del mar y comienza a nadar a favor de la corriente.
¿Cuánto tiempo habrá nadado? ¿Hasta dónde habrá llegado?
Cuando sus brazos comienzan a fallarle intenta subir a la superficie. Sólo lo intenta una vez ya que enseguida se detiene. Se encuentra bien en el agua, se siente libre. Puede moverse con facilidad y nadie la está mirando. ¿Por qué va a salir de allí?
Entonces relaja su cuerpo. Siente como la corriente comienza a empujarla. ¿Por qué no dejarse llevar? No debe hacer nada más que sentir. El roce del agua con su piel semeja una constante caricia. Sonríe.
Pero siente una presión en el pecho. Le falta oxígeno. Sabe que el pánico no tardará en aparecer. Abre sus ojos, atenta. Pero no puede ver nada. El nudo en su garganta se agranda cada vez más y le pitan los oídos. Quiere mover sus brazos pero sabe que no puede, hace rato que siente que no le responden. Sabe que no puede salir.
Suelta el poco aire que le queda y se resigna. ¿Para qué va a pelear si sabe que no lo logrará?
La pareja ha vuelto al punto de partida. Allí se encuentran con el niño acostado al lado de su perro, ambos cansados. Los tres se sonríen. La joven logra voltear y los mira. Fuerza una sonrisa y la familia comienza a retirarse sin ella.
Abraza sus rodillas y vuelve a contemplar el mar. ¿Por qué salió? Estaba segura de no lograrlo, no quería pelear en vano. ¿Se habrá confundido? Entonces se levanta, sonriendo. Quizá está feliz por seguir con vida, después de todo fue su sueño. Voltea y sigue a su familia. Pero tropieza y cae en el mismo lugar donde se levantó. Alzando la cabeza, logra ver como aquellas personas se alejan cada vez más, riendo. Ellos están felices y ella no sabe por qué. ¿Qué ocurrió mientras ella dormía?
Su perro da la vuelta y la mira extrañado. Ella le silva intentando atraerlo, pero él comienza a ladrarle furioso. ¿Por qué le ladra? La familia se da vuelta únicamente para llamarlo.
Una vez desaparecidos puede reincorporarse. Mira tristemente el lugar y comienza a llorar. ¿Por qué no peleó? Ella sabía que no iba a lograrlo, fue lo que buscó. ¿Pero por qué no lo intentó? Sigue llorando, preguntándose nuevamente cómo es que lo sabía y qué hubiera pasado si lo intentaba.
No entendía de dónde había sacado tanta confianza para afirmar que todo eso había sido un mero sueño...