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martes, 27 de octubre de 2009

Cruzar

Desde acá, hoy todo se ve distinto.
El cielo está sumergido en una gran nebulosa que pronto me consumirá. A lo lejos, difícilmente se puede distinguir el montículo de rejas que antes daban forma al portal de mi casa. Pero la niebla no me deja seguir viéndolo por mucho tiempo más.
Cerca hay un árbol viejo, bastante destrozado, que está caído. Lo sé porque veo los pedazos de corteza a ambos lados del antiguo refugio. Éste sí que no se salvó. De hecho es casi irreconocible, aunque no para mí, dado que yo mismo lo fabriqué.
Es triste ver como todo se fue consumiendo. De cálidos colores, oscuros son los que rondan ahora. Pero la niebla sigue avanzando y ya no puedo ver a más de metro y medio de mí.
Cierro los ojos porque así lo prefiero. Tanto desastre me hace sentir pequeño, cada vez más pequeño. Es como si, de a poco, estuviera abandonando mi cuerpo...

lunes, 26 de octubre de 2009

El ruiseñor II

Corrí feliz al encuentro con Tirina, mi nana. Lo había conseguido y se encontraba entre mis manos. Estaba apretadito porque sentía cómo su pecho latía furioso y sus plumas me hacían cosquillas. Pero no iba a soltarlo, no hasta que ella lo viera.
-¡Tirina, Tirina! Mira a quien he encontrado
-Muéstrame pequeña, ¿a quién has encontrado?
-Pero tengo un problema, no puedo enseñártelo. Se va a querer ir y no quiero extrañarlo.
-¿Acaso está él entre tus manos?
Le asentí y acomodé mi pequeña prisión cerca de mis propios latidos. Tu-túm. Tu-túm.
-Tirina...
-Dime
-¿Es feo estar encerrado?
Ella se inclinó para quedar en frente de mí y me sonrió.
-Si te obligan a ser prisionera no te va a resultar nada bonito, ¿no lo crees?
La miré mientras pensaba. No, no sería bonito. Pero yo a él lo quería mucho, y nunca cuando me despertaba podía encontrarlo.
-Pero no va a volver...
-Si tú así lo quieres y él también, ten por seguro que regresará a buscarte.

domingo, 25 de octubre de 2009

El ruiseñor


Esa primaveral mañana, los rayos del sol atravesaban las persianas cerradas de su habitación. Las ventanas, abiertas, permitían que el viento entrara y meciera sus cortinas. Todo se encontraba en su lugar, todo estaba correctamente acomodado. Los cajones cerrados y los retratos sobre las cómodas. La televisión apagada al igual que su computadora. Sólo se escuchaba como el suave cantar del libre iba cesando.
Y el despertador sonó.
De entre las desordenadas sábanas se asomó la figura de una joven, quien con pesadez apagó la alarma. Se sentó en su cama y miró a su acompañante, sin moverse demasiado. Él aún dormía...

¿Será poesía?

Déjate de bromas,
asume tus responsabilidades
y ten cuidado con las horas
puede que muy rápido se te pasen

Si te fijas en tu andar
puede que notes algo mal
fíjate que del mar
tú debes ir a la par

No te adelantes, no corras
aquel quien te sigue, llega
¿es que acaso si te demoras
puede que pierdas el tren de vuelta?

Si te fijas en tu andar
puede que notes algún malestar
fíjate que si el sol ya no está
muy pronto de noche será

Y ten cuidado,
corredor desenfrenado
pues si con la piedra tropiezas
no saldrás más que lastimado

¿No será mejor esquivarlo,
digo, a aquél quien va a tu lado?
pues más que dolor no te causa
y se escucha a lo lejos la comparsa

Un tambor para tu oído,
zumban y zumban miles de mosquitos
saben cómo a ti perturbar
si a tu lado no dejan de estar

Si te fijas en tu andar
puede que notes que algo ya no está
tú lo dejaste, ¿puedes recordar?
Allá en el claro, donde lo dejaste de amar.

Zumban y zumban miles de mosquitos
esos que saben molestar
que te pican justo en tu oído
ahora, claro, ya no los puedes escuchar

¡Oh, pobre mujer!
Desconfiaba hasta de su merced
mírenla, ahora anda asustada
preguntándose dónde quedó varada

Si en su andar se hubiera fijado,
muy rápido ella iba, lo hubiera notado
pero no ha sido capaz
y sola en la deriva ha de naufragar.

Sorda, muda y ciega
¿capaz será de reconocer a quien la espera?

Modismos

-Es tu culpa
La joven cubrió su rostro con ambas manos.
-Por favor, Farleer, no me lo repitas más
-Pero lo es y no lo quieres ver. ¿Hasta cuándo piensas seguir así?
Los hombros le temblaban al igual que su voz. Ella estaba llorando.
-No lo sé, Farleer, no quiero seguir con esto. Pero tampoco puedo detenerme.
-Si puedes, pero para eso tienes que esforzarte. Y cambiar. Eso más que nada.
-¡Cállate! No quiero oírte decir ni una sola palabra más
Su amiga la miró, perpleja. No la había escuchado expresarse así desde hacía mucho tiempo. De repente, su rostro se tornó serio y apoyó sus brazos sobre la mesa, dispuesta a olvidar la conversación.
-No te lo olvides, por favor...
-Si no lo hago, repetiré lo de recién
-Pero no te quedes callada, sé que tengo que cambiar
-¡Qué mujer! Si te digo algo, te enfadas. Pero tú dices lo mismo. ¿Acaso no ves que estoy repitiendo tus palabras?
-Es que a mí, a pesar de significar lo mismo, tus formas me provocan esto.

Parar

-¿Te vas?
-Sí, ¿hay, acaso, algo mejor que pueda hacer?
Ella guardó silencio mientras miraba fijamente el suelo.
-Adiós, entonces.
Tomó su bolso, guardó su teléfono en el bolsillo del pantalón y abrió la cerradura con sus llaves. Nuevamente, volteó a verla. Ella sostenía aún su mirada en el suelo. Suspiró y salió de la casa.
Sólo el golpe de la puerta al cerrarse la distrajo de sus pensamientos.
-¿Se... fue?
Como una película de imágenes, diversas situaciones se cruzaron por su mente, atormentándola.
-Pero... ¿por qué?
La misma película se repetía constantemente. Como si fuera a rendir un examen, ella repasaba cada situación una y otra vez, buscando el porqué de aquello y alguna posible solución.
Volvió a agachar su cabeza, entonces se distrajo.
Nuevamente su mirada se había fijado en aquella extraña mancha de café.

sábado, 24 de octubre de 2009

Repeticiones

-Por favor, dejame en paz...
Intentaba esconder la profunda decepción que sentía.
-¿Sucede algo malo?
-Sí, obviamente
-Decímelo
-No, ya te dije que no quiero
-Pero, ¿por qué?
-Porque me angustio, necesito estar con mis amigas y con vos también, pero me ponés tan...
-¿Tan qué?



Un silencio profundo reinó en el hotel.
-Necesito entenderme antes de aclarártelo
-Bueno
Ella lo miró atónita, incapaz de comprender. Con el enfado marcado en su rostro, dio media vuelta y comenzó a alejarse de él.
-¡Esperá! ¿qué sucedió?
-No quiero verte de nuevo. Por favor, dejame en paz...