Etiquetas

lunes, 26 de octubre de 2009

El ruiseñor II

Corrí feliz al encuentro con Tirina, mi nana. Lo había conseguido y se encontraba entre mis manos. Estaba apretadito porque sentía cómo su pecho latía furioso y sus plumas me hacían cosquillas. Pero no iba a soltarlo, no hasta que ella lo viera.
-¡Tirina, Tirina! Mira a quien he encontrado
-Muéstrame pequeña, ¿a quién has encontrado?
-Pero tengo un problema, no puedo enseñártelo. Se va a querer ir y no quiero extrañarlo.
-¿Acaso está él entre tus manos?
Le asentí y acomodé mi pequeña prisión cerca de mis propios latidos. Tu-túm. Tu-túm.
-Tirina...
-Dime
-¿Es feo estar encerrado?
Ella se inclinó para quedar en frente de mí y me sonrió.
-Si te obligan a ser prisionera no te va a resultar nada bonito, ¿no lo crees?
La miré mientras pensaba. No, no sería bonito. Pero yo a él lo quería mucho, y nunca cuando me despertaba podía encontrarlo.
-Pero no va a volver...
-Si tú así lo quieres y él también, ten por seguro que regresará a buscarte.

No hay comentarios: