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miércoles, 1 de septiembre de 2010

Haberlo leído antes

No escuches a los amigos cuando el amigo interior dice: ¡Haz esto!
Mahatma Gandhi.

Cobardía y lamento

La miró unos segundos a los ojos. Al ver su desconcierto, sin sonreír besó sus labios por un largo rato. Sin sonreír porque, para hacerle sentir lo que por dentro lo abrasaba, no quería hacerlo. 
Ella correspondió el beso como uno más. Y siguió viviendo descreyendo lo que sus orejas habían oído y lo que sus ojos habían visto.
Un mes después escribió una carta con todo lo que la perturbaba y en el sobre anotó su propio nombre. Con éste en una mano y las llaves en la otra, salió de su casa y se dirigió al departamento. Tocó timbre y miró el suelo, había una carta igual a la que ella había escrito a excepción del color elegido. La tomó y leyó:
"Sinceramente, desde que te vi."
Entonces miró su carta y, al ver su nombre, la abrió y repasó con sus ojos lo que ya había repasado unas cuantas veces. Al terminar, guardó el papel y se llevó ambas escrituras.

Pero dejó sus llaves en aquella puerta.